El arte, en todas sus formas, es un modo de expresión de nuestros sentimientos, pensamientos, nuestra imaginación, etc. En algún momento de nuestra vida, todos podemos haber intentado escribir, dibujar, filmar, cantar, etc. A veces, esto nos sitúa con una pasión a la que entregarnos el resto de nuestras vidas, mientras que en otras ocasiones, se vuelve una efímera pero hermosa etapa de la misma. La brevedad de este espíritu creativo es uno de los pilares que inspira On-Gaku: Our Sound, una película que se estrenó a finales de 2019 en el Ottawa International Animation Festival y que se emitió de manera limitada a inicios de 2020, tras siete años y medio de desarrollo y una cuidada rotoscopia.
La película nos relata los monótonos días de Kenji, Asakura y Ota, un trío de gamberros juveniles que emplean su tiempo jugando a los dardos, viciando el videojuego de turno y leyendo manga. Sus actos «criminales» pueden parecer banales hasta que Kenji roba fortuitamente un bajo, lo que le provoca una chispa de inspiración. Así, el trío se ve motivado a formar la banda Kobujutsu de una manera tan espontánea como tosca.
Decir que On-Gaku es una carta de amor a la historia de la música rock sería quedarse cortos. La cinta hace alarde de su cariño al arte ya desde el propio casting, pues Kenji es interpretado por Shintaro Sakamoto, fundador y líder de la banda de rock psicodélico Yura Yura Teikoku. El espíritu del sentimiento musical también impregna la animación, con más de una referencia que pueden hacer a más de uno sorprenderse gratamente.
Aquí en Futoi, ya os hemos hablado de comedia en alguna que otra ocasión y esta cinta saca a relucir su lado más desternillante desde una perspectiva más seca, la cual podría incluso llegar a merecer su propio artículo en el futuro. A través de planos extendidos, silencios sepulcrales que duran lo que tienen que durar, miradas incómodas y comentarios inesperados, la receta humorística de On-Gaku impacta con creces. El modo estoico en el que Kenji reacciona a lo que le rodea no es solo el núcleo de los chascarrillos, sino de los acontecimientos que, poco a poco, van prendiendo la mecha que explota en el clímax de la película. En cuanto un maleante precedido por su reputación, Kenji nos comparte esta idea de «juventud perdida».
Cualquiera que vea el modo en el que Kenji y compañía se mueven por el mundo, puede sentir cierta familiaridad y melancolía más allá de la actitud asocial del mismo. Esta peli nos presenta a un elenco que hace frente a su juventud a través de la apatía, de vivir el día a día o de buscar refugio en algo que les apasiona. Estos tres modos de ver la realidad no son exclusivos a cada personaje y llegamos a ver cómo se entremezclan en momentos de cambios estridentes. ¿Puede Kenji mostrar alguna emoción más allá de la indiferencia? ¿Puede alguien cuyo único modo de expresión es la música apagarse como una vela? ¿Pueden los jóvenes interesarse por algo?
La idea de una juventud carente de propósito es uno de los pilares fundamentales de On-Gaku y, sin embargo, logra pasar encubierta bajo la superficie de la peli. Un espectador puede verse reflejado en el vacío día a día de la rutina, acudiendo a cualquier entretenimiento para matar el tiempo. Es aquí donde la música actúa como catalizador de todos estos elementos y sirve para plantearnos qué es lo que pasa cuando un arte tan impredecible y libre sirve de hobby.
La creación como fenómeno adopta muchas formas y, como grandes fanes de su faceta musical, no podemos sino admirar la manera en que On-Gaku retrata la feroz y apasionada experiencia del artista inexperto. Es como volver a la creación más ingenua, aquella en la que nos movemos por estímulos que nos hacen sentir bien, a medida quue cada químico de nuestro cerebro burbujea en sintonía con lo que produzcan nuestras manos. El ruido se vuelve música, los trazos, dibujos y las palabras, páginas. Cuando no hay una meta, tampoco hay límites a la hora de crear. On-Gaku: Our Sound es un homenaje a la creación, a encontrar un modo de expresar nuestra amplia gama de sentimientos al mundo que nos rodea. El espíritu de Kobujutsu seguirá vivo dentro de nosotros mientras nos aventuremos a crear.